Amando y aceptando nuestras diferencias


Efesios 4:11-16
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
Cuentan que una vez en una pequeña carpintería hubo una extraña asamblea, fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? Hacía demasiado ruido y además se pasaba todo el tiempo golpeando a los demás.
El martillo aceptó su culpa pero pidió que también fuera expulsado el tornillo, pues había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija, pues era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. La lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado también el metro, que siempre estaba midiendo a los demás según su medida como si fuera el único perfecto. En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo, utilizó el martillo, el tornillo, la lija y el metro, y finalmente la tosca madera inicial se convirtió en un hermoso juego de ajedrez.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, se reanudó la deliberación, fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho y dijo: Señores ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades, y eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos más en nuestros puntos malos y concentrémonos en nuestros puntos buenos. La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija servía para afinar y lijar asperezas, y el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir y hacer cosas de calidad, se sintieron orgullosos de sus talentos y de trabajar juntos en las manos del Maestro carpintero.
En esta ilustración la carpintería identifica a la Iglesia; las herramientas a los miembros de la misma; y Jesús al carpintero. Esta ilustración nos indica que no es lo más importante la instrumentación ni sus capacidades, sino las manos del Maestro que las usa para pulirlas y sacarles lo mejor de ellas.
También se destaca la importancia de poder trabajar juntos como un equipo. Como miembros del Cuerpo de Cristo estamos para ayudarnos mutuamente, no para lastimarnos o separarnos. Cuando se da entrada a la soberbia y a la vanidad, se abren puertas por donde entran las disputas, envidias, peleas y divisiones.

CONCLUSIONES
Como miembros del Cuerpo de Cristo, debemos de mantener el vínculo de la unidad que proviene del Espíritu Santo1

Tenemos que aprender a dar valor a los demás miembros como superiores a uno mismo.

Si Dios nos colocó en esta Su Iglesia, es para permanecer unidos, siguiendo la verdad en amor y permitiendo que Jesús use nuestras vidas para su Gloria2

Renunciar al Cuerpo de Cristo es darle a entender a Dios que se equivocó al colocarnos en ésta Su Iglesia.

            REFLEXION
1.     Como miembros de nuestra Iglesia es nuestro deber mantener el vínculo de la unidad y del amor, ¿cómo está tu relación con tus pastores, líderes y demás miembros?
2.     A pesar de nuestras diferencias como miembros, en las manos del Carpintero, podemos hacer maravillas, ¿estás dejando que él te use, o estás permitiendo que la rebeldía haga mella en tu vida?
3.     El salirte de la Iglesia en donde Dios te puso,  no habla bien de alguien que es desafiado a vivir bajo Principios de Reino, y además causará confusión en la gente cercana a ti, ¿estás batallando en tu interior para mantenerte unido y valorar a los demás miembros como superiores a ti mismo?

1Efesios 4:1-3

2Filipenses 2:3

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   Pastor Oscar
   Correo: oscarhp07@hotmail.com
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