Riquezas verdaderas
Efesios
1:3-8
Alabado sea
Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones
celestiales con toda bendición espiritual en Cristo. 4 Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para
que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor 5 nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por
medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, 6 para alabanza de su gloriosa
gracia, que nos concedió en su Amado. 7 En
él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados,
conforme a las riquezas de la gracia 8 que
Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento
Recientemente recibí lo que a
continuación te comparto, sin duda alguna será de gran bendición a tu vida,
como lo es a la mía.
Cristo dejó atrás de forma
voluntaria su divinidad, y asumió por el bien nuestro las limitaciones humanas.
2 Corintios 8.9 nos dice: Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que, aunque
era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza
ustedes llegaran a ser ricos.
Como resultado, somos:
Elegidos. Dios nos hizo parte de su plan desde el
principio (Ef 1.5). Nos eligió para pertenecer a Él, aunque no lo mereciéramos.
Es algo que nadie puede explicar, simplemente lo aceptamos por fe y por gracia
el hecho de haber sido elegidos y llamados desde los confines de la tierra.
Redimidos. Cristo pagó el precio para rescatarnos del
pecado de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del mismo. El precio de
nuestra redención fue su sangre preciosa, derramada en la cruz, la Escritura
dice al respecto: Como bien saben, ustedes
fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados. El
precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, 19 sino con la preciosa sangre de
Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto1.
Justificados. Todos somos culpables de desobedecer a
Dios. Sin embargo, cuando confiamos en Cristo como Salvador personal, Dios nos
declara inocentes y nos libra del pecado que merecíamos. Ser justificados
significa que a pesar de ser culpables por causa de nuestro pecado, Él pasa por
alto nuestra maldad y nos pone en la condición de santos, como si nunca
hubiéramos pecado.
Reconciliados. Debido a nuestro pecado, estábamos en
conflicto con Dios. Por medio de Cristo, hemos hecho las paces con Él: Todo esto proviene de Dios,
quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio
de la reconciliación2.
Perdonados. Dios ya ha perdonado todos nuestros pecados
pasados, y presentes; es un “hecho consumado”. La confesión
continua y el arrepentimiento nos mantienen en comunión estrecha con Él: Pero, si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos
comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo
pecado3.
Libres
del pecado. La Ley nos fue
dada para que entendiéramos las normas de Dios, nuestra incapacidad para
guardarlas y nuestra necesidad de un Salvador. Cristo cumplió la ley, y su
sacrificio cuenta a nuestro favor. Somos, pues, libres de buscar la santidad
sin temor al castigo cuando fallamos: Por lo tanto,
ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús,[a] 2 pues por medio de él la ley del
Espíritu de vida me[b] ha liberado de la ley del pecado y de la muerte4.
Finalmente puntualizamos que las
riquezas verdaderas son de naturaleza espiritual, y la gracia de Dios nos ha
hecho cambiar de destino. El pecado nos consumía en una condenación, el perdón
en Cristo nos da salvación y vida eterna. No olvidemos nunca estas grandiosas
razones para estar agradecidos.
CONCLUSIONES
La justicia es el atributo de Dios por el cual
ordena todas las cosas en número, peso y medida. Así, la justicia es la divina
disposición con que castiga o premia, según merezca cada individuo.
Cuando un hombre descubra sus faltas, Dios las
cubre. Cuando las esconde, Dios las descubre. Cuando las reconoce y se aparta
de ellas, Dios las olvida.
Si
por medio de un corazón quebrantado Dios puede llevar a cabo sus propósitos en
este mundo, entonces, ¿Por qué no darle las gracias por haber quebrantado el
mío?
Dios
ama al pecador, pero no a su pecado. Si alguno quiere venir a Él debe renunciar
a su maldad y reconocer a Jesucristo como el Señor y salvador de su vida.
REFLEXION
1. Cristo dejó atrás de forma voluntaria su
divinidad, y asumió por el bien nuestro las limitaciones humanas, ¿reconoces el sacrificio de Cristo Jesús en tu vida?
2. Todos somos culpables de desobedecer a Dios.
Sin embargo, cuando confiamos en Cristo como Salvador personal, tenemos la
oportunidad de restaurar nuestra condición ante Él, ¿gozas
del perdón y salvación a través de Jesucristo?
3. Riquezas verdaderas están a la disposición
de todo aquel que se arrepienta y busque caminar con Dios en obediencia a
través de su Palabra, sino lo has hecho, ¿te gustaría
entregar tu vida a Cristo y recibir perdón y salvación para tu alma en este
día?
11
Pedro 1:18-19
22
Corintios 5:18
31
Juan 1:7
4Romanos
8:1-2
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Pastor Oscar
Correo: oscarhp07@hotmail.com
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