Los gritos dejan heridas


Efesios 4:31
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia

Los gritos suelen ser muy desagradables, poco justificados y, a veces, inútiles como herramientas para tratar de imponer autoridad. Estoy seguro que a nadie le gusta que le griten, y menos cuando tiene que ver con ciertos reclamos u ofensas hacia nuestras personas.
El grito es una forma de herir la sensibilidad de otra persona a través de una elevación en el tono de voz que aporta un matiz desagradable y ofensivo a las palabras. Es cierto que existen gritos de júbilo y de victoria. Así también gritos de impotencia o como un factor de pedir ayuda ante un peligro eminente.
Pero en este pasaje, el Apóstol Pablo está hablando de que los cristianos no debemos de entristecer al Espíritu Santo con el cual fuimos sellados para el día de la redención, por lo tanto, debemos de quitar de nuestras vidas cosas como la amargura, enojo, ira y gritería. Asumimos pues, que este tipo de gritos a los que se refiere el apóstol no son de gozo, ni de victoria. Él está enfatizando gritos que dañan, que ofenden, que hacen enojar, que provocan a ira, a golpes o a maltratos.
Los gritos no son agradables, de hecho, son un sonido desagradable que suele activar la alarma y defensa en todo ser humano. El hecho de gritar para hacerse entender es una conducta aprendida que, con el tiempo, se convirtió en un mal hábito. Aquellos adultos que gritan, a su vez, recibieron gritos de pequeños. Debemos de entender que gritos, generan más gritos. Todo ser humano que grita debería hacerse una auto evaluación para replantearse si realmente considera que los gritos le favorecen a él, o a la gente que lo escucha gritar, trátese de un jefe, de un director de empresa, de un padre o madre de familia . Además debe evaluar hasta qué punto se está dejando llevar por la comodidad del grito y hasta qué punto ha considerado alternativas más inteligentes y eficaces a la hora de instruir, disciplinar o poner orden en la gente que preside.
Te comparto cinco consecuencias que atraen los gritos en las personas:
Aumentan el cortisol.- el grito activa nuestras alertas innatas de peligro. El corazón se acelera, se empieza a segregar adrenalina y cortisol, la hormona del estrés, para dar respuesta a ese peligro.
Impiden razonar.- los gritos activan un área del cerebro que impide hacer lo que se demanda. Ante el grito, las personas no pueden pensar ni razonar, solo les permiten tres respuestas: huir, luchar o paralizarse.
Alteran el cerebro.- los gritos, el maltrato verbal y la humillación, o la combinación de los tres elementos alteran la estructura cerebral, hacen que los dos hemisferios se desconecten, cuando esto sucede, es imposible generar aprendizaje o cambio de conducta.
Crean falsos lazos.- los gritos hacen pensar que cuando alguien los genera es porque está dando a entender que se trata de algo importante. Si no gritan, no debe de serlo.
Devalúan el mensaje.- tenemos que evitar que nuestras palabras acaben devaluándose, como ocurre cuando gritamos en lugar de hablar. Entre más grites, menos valor tendrá tu palabra. El valor de nuestras palabras no radica en el nivel en el que hablamos, sino en el ejercer una auténtica autoridad a través del ejemplo en quienes presidimos.

CONCLUSIONES
La disciplina no consiste en gritos, golpes y otras formas de maltrato sino en transmitir asertivamente el mensaje deseado.

Existen gritos de advertencia que son emitidos solo en situaciones en las que existe un agente externo (amenaza) que amerita el grito; mientras que los gritos desagradables suelen estar cargados de emociones negativas y muchas veces, son un acto de crueldad.

La consecuencia de una educación a gritos es que los niños tendrán una clara tendencia a victimizarse y, a la larga, adoptarán una conducta pasivo-agresiva como mecanismo de defensa ante otros.

Un grito es una expresión de incapacidad para comunicar un determinado mensaje.

Los gritos abonan el terreno a las carencias.

            REFLEXION
1.     Los gritos suelen ser muy desagradables y poco justificados, ¿sueles ser identificado como una persona que grita injustificadamente?
2.     A nadie le gusta que le griten, y menos cuando tiene que ver con ciertos reclamos u ofensas hacia nuestras personas, ¿logras evitar el ofender a los demás a través de los gritos?
3.     El grito es una forma de herir la sensibilidad de otra persona a través de una elevación en el tono de voz que aporta un matiz desagradable y ofensivo a las palabras, ¿tomas el desafío de erradicar a los gritos en tu forma de tratar a tus semejantes?
4. Cuando gritamos para herir por sentirnos impotentes, entristecemos al Espíritu Santo, ¿dejarás de sembrar gritos en tu tierra?

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   Pastor Oscar
   Correo: oscarhp07@hotmail.com
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