Sin fingir, por favor
2 Timoteo 1:5
Trayendo a la
memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela
Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.
La gente puede fingir por algunos
días, pero no para toda la vida. Todas las cosas fingidas caen como flores
marchitas, porque ninguna simulación puede durar largo tiempo.
La
expresión «fe no fingida» aparece dos veces en las epístolas de Pablo, según el
diccionario, fingir es representar
o hacer creer algo que no es verdad con palabras, gestos o acciones.
Pablo
nos deja saber que algunos fingen su fe. Son personas
que hablan en forma tan espiritual, pero cuando la hora de la verdad llega, se hace latente que su fe no era real, sino
fingida para los hombres. En otras ocasiones, estas personas,
aunque muy espirituales en su dialecto, sus vidas son de derrota constante.
Conformarse
con una fe fingida es una desgracia, porque no sirve, y además es un peligro,
porque podemos conformarnos con lo que parece, y no buscar lo que de verdad es.
Pablo
reconoce la
fe no fingida, él habla de la fe de la abuela y de la madre de Timoteo. Reconoce
que ellas hicieron una gran labor en fomentar Su Fe en la
vida de Timoteo. De tal manera que Pablo también
declara: Y estoy seguro que en ti
también. La fe de Timoteo podía ser transferida, (NO
HEREDADA) porque era una fe genuina al igual que la de su madre y abuela. La fe genuina es aquella que no es prestada o
simulada.
Debemos de
estar conscientes de que existirán consecuencias por fingir. Nadie
querrá seguir a alguien que no hace lo que predica. Ningún
hijo querrá abrazar la fe de un padre que solo simula, pero no es real en su
creer y en su vivir. Un hijo deja de querer ser como sus padres,
cuando ve en ellos solo simulación en su fe. Una fe fingida te lleva
al desánimo, a la ruina y a tener un testimonio de poco impacto.
El apóstol
Pablo nos persuade a dejar de fingir en nuestra fe. Cuando lo hagamos, entonces
tendremos una fe viva. Una fe no fingida te mantendrá vivo, te mantendrá
vigoroso porque está conectada con el Espíritu de Dios. Cuando dejemos de
fingir, provocaremos hechura de grandes
discípulos que nos quieran seguir. Cuando lo logremos, la hipocresía dejará de
ser un huésped de nuestras casas y de nuestros templos.
Sabemos que la fe de
Loida y Eunice no se pueden heredar. Pero lo que sí podemos ver es el fruto de
esa enseñanza y esa fe no fingida de esa madre y abuela. Necesitamos a muchas
Loidas y Eunices en nuestra sociedad y congregaciones que impacten la vida de
sus generaciones a través de una fe real y no simulada. Cierto que la fe no se
hereda, pero si arrastra a quienes son impactados por aquellos que saben vivir
lo que dicen ser a través de los Principios basados en la Palabra de Dios. No
más simulaciones en aquellos que se dicen ser cristianos, la fe de éstos debe
de ser auténtica y libre de hipocresías
y de todo aquello que empañe una fe no fingida.
CONCLUSIONES
Todo hombre tiene tres
variedades de carácter: el que realmente tiene; el que aparenta, y el que cree
tener.
Pocos ven lo que somos, pero
todos ven lo que aparentamos.
Fingir lo que no eres, es
vivir sin saber quién eres.
Todas las
cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna simulación puede
durar largo tiempo.
REFLEXION
1.
Fingir es representar o hacer creer algo que no es verdad con palabras, gestos o
acciones, ¿batallas con la simulación dentro de tu
existencia?
2.
Algunos
suelen fingir en su fe y en su manera de andar, ¿cómo
estás erradicando este mal en tu diario vivir?
3.
Conformarse con una fe fingida es
una desgracia, porque no sirve, y además es un peligro, ¿tomas
el desafío de vivir sin fingimientos que denoten una representación que no es
verdadera?
4.
El apóstol Pablo nos persuade a
dejar de fingir en nuestra fe, ¿puedes motivar
a otros a través de tu ejemplo a sacar de sus vidas la simulación?
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Pastor Oscar
Correo: oscarhp07@hotmail.com
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