Aceptándome a mí mismo


Salmo 139:13-14
Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras
Es increíble como mucha gente batalla dentro de sí misma para aceptarse, suelen estar inconformes con su imagen, se quejan demasiado por su condición, manejan una autoestima muy baja debido a que no se sienten amadas ni reconocidas. Los suicidios son el resultado de alguien que no logró amarse ni disfrutarse a sí mismo.
        Nuestra importancia no radica en nuestra apariencia. Lo que importa es que reconozcamos que somos una obra maravillosa hecha por Dios, y que nuestra vida es de gran valor a los ojos de nuestro Creador. David dijo que las obras que Dios hace son formidables. Él no hace dos hojas de árbol exactamente iguales. No hace dos copos de nieve fielmente iguales. Y tampoco hace dos personas cabalmente iguales. Somos individuos únicos, especiales y sin réplica alguna.
En la vida, nuestra felicidad depende en gran parte de nuestras actitudes. Nuestra actitud hacia nosotros mismos es quizás la más importante de todas, porque tiene un efecto tremendo y profundo en nuestra existencia.
          Esta actitud  tiene un nombre. Se llama “auto-imagen”. Nuestra auto-imagen es la forma en que nos vemos a nosotros mismos. Nuestra auto-imagen es importante porque afecta nuestra actitud hacia la familia, hacia los amigos y hacia los demás. También afecta a nuestro trabajo y a las posibilidades de lograr éxito. La gente que tiene una auto-imagen pobre de sí misma, frecuentemente tiene problemas para llevarse bien con los demás. Por lo general son infelices. Nuestra auto-imagen afecta incluso nuestra actitud hacia Dios mismo. Aquellos que tienen una auto-imagen incorrecta, tienden a sentir amargura y resentimiento hacia Dios. Para ellos es difícil confiar en Él y creer que Él los ama.
        Por un lado no debemos menospreciarnos. Por el otro tampoco debemos ser orgullosos ni presumidos. Ninguna de estas actitudes nos da felicidad o buenas relaciones con los demás. Dios quiere que tengamos una autoimagen apropiada y quiere que pensemos correctamente acerca de nosotros mismos.
Hace muchos años, un trágico error resultó en que una niña perdiera la vista. La pequeña Fanny Crosby nació con una vista normal, pero cuando sólo tenía seis semanas, sus ojitos se inflamaron. Un doctor local le aplicó una medicina equivocada, dejándola ciega para toda la vida. Esta niñita pudo haber estado amargada y resentida por lo ocurrido. Pudo haber odiado a quien cometió tan trágico error. Pudo incluso haber culpado a Dios por haber permitido que esto sucediera. Pero no hizo ninguna de estas cosas.
          Ella tenía una abuelita que le abrazaba y le enseñaba a conocer y a amar al Señor Jesús. Desde pequeñita Fanny aceptó al Señor Jesús de todo corazón.
          A medida que Fanny Crosby aprendía más de Dios y de Su amor por ella, fue entregándose completamente a Él,  e hizo algo más. Decidió estar siempre contenta. Aunque no entendía por qué Dios había permitido que quedara ciega, confiaba en Su amor por ella. Cuando sólo tenía ocho años de edad, escribió este poema:
“¡Oh qué feliz yo soy,
Aunque una niña ciega!
Resuelta estoy que este mundo,
La felicidad no me niega.
¡Cuántas bendiciones tengo,
Que otros no disfrutan!
Llorar por ser invidente,
No puedo y NO QUIERO.”
Cuando llegó a ser adulta, Fanny Crosby empezó a escribir himnos de alabanza y gratitud a Dios. ¡Escribió más de 6,000 himnos! Cristianos alrededor del mundo han cantado sus himnos. Algunos de ellos son: “Alabad al Gran Rey”, “Gloria Cantemos al Redentor”, “Dime la Historia de Cristo”, y “Dejo el Mundo y Sigo a Cristo”.
          A pesar de ser ciega y de haber pasado su vida en la oscuridad, Fanny Crosby fue una de las personas cristianas, más felices que ha vivido. ¿Cuál fue el secreto de su felicidad? Fue esto: Ella confiaba en el amor y la sabiduría de Dios.
          No entendía por qué Dios había permitido que ella quedara ciega, pero confiaba en Su amor y sabiduría. Se aceptó a sí misma y aceptó sus circunstancias y por eso Dios pudo hacer de ella una bendición para el mundo entero.

            CONCLUSIONES
La Biblia dice: Porque somos hechura suya1, esto significa que Dios está obrando en tu vida para hacer lo que Él quiere que seas.

Su anhelo es que en una aceptación personal de nosotros mismos, Él obre para conformarnos a la imagen de Su Hijo. La Biblia dice: Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo2.

Esto debería animarnos, sabiendo que Dios mismo terminará la obra que ha comenzado en nosotros y la perfeccionará. La Biblia dice: Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo3.

Una auto-imagen sana de nosotros mismos, nos permitirá disfrutar de lo que somos, de lo que tenemos y de lo que está alrededor nuestro.

            REFLEXION

1.     La base para poder aceptarme a mí mismo es confiar en el amor y la sabiduría de Dios. ¿Agradeceré a mi Creador por haberme creado tal como soy? ¿Confiaré en Su amor y sabiduría para mi vida?
2.     Tú puedes pasar la vida con una auto-imagen pobre, sintiéndote amargado y resentido contra ti mismo. O, puedes tener una auto-imagen correcta aceptándote a ti mismo y confiando en el amor y la sabiduría de Dios, ¿qué determinas hacer a partir de hoy? ¿Tomas el reto de aceptarte a ti mismo?
3.     El aceptarnos tal como nos creó Dios, nos libera. No tenemos que tratar de impresionar a los demás. No tenemos que luchar para obtener el reconocimiento de otros. No es necesario tratar de ser un gran personaje sobresaliente. Somos lo que somos. ¿prometes ser feliz y hacer felices a los demás amándote y aceptándote tal y como eres?.
  
1Efesios 2 :10
2Romanos 8 :30
3Filipenses 1 :6






Comentarios

Entradas populares de este blog

Somos deseables para Dios

Las consecuencias de vivir en la carne

Vestíos de amor