Jesús, lava mis pies

Juan 13:4-5

Así que se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.
En Lucas 22:24-30 se narra la disputa de los apóstoles acerca de quién sería el mayor en el reino. Creían que muy pronto Jesús iba a establecer un reino terrenal y ellos querían ser oficiales elevados. Por lo tanto, Jesús lavó los pies de los apóstoles para corregir sus conceptos falsos.  Mat. 20:25-28 es una aclaración muy buena del asunto.
El lavamiento de los pies del huésped era un acto común de servicio y de hospitalidad (Gén. 43:24; Jueces 19:21; Luca 7:44-46), porque la gente acostumbraba viajar a pie llevando solamente sandalias. Comúnmente era el trabajo de los siervos. Jesús no inventó el acto de lavar los pies de otros; la práctica ya existía. Se practicaba diariamente como acto de cortesía y de hospitalidad en países orientales. Era, pues, un acto completamente normal y natural entre ellos...
V. 7, Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Los apóstoles todavía disputaban entre sí acerca de quién sería el mayor, pero después entenderían la necesidad de humillarse y de no buscar señorío. El Espíritu Santo reveló este tema con toda amplitud a los apóstoles como se puede ver en las epístolas. También se puede ver en Hechos y en las epístolas que ellos sí lo entendían después, porque enseñaban y practicaban la verdad sobre la humildad y nunca volvieron a discutir cuál de ellos sería el mayor.
V. 8, Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo; es decir, si no aceptaba a Jesús como un siervo humilde, no podría ser un verdadero discípulo de El (no tendría comunión con El). La actitud de humildad llevó a Jesús a una muerte vergonzosa (Fil. 2:8).
V. 14, Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis; es decir, en lugar de buscar señorío, deberían buscar la manera de servir el uno al otro como si fueran esclavos ( el servicio de lavar los pies era trabajo de los esclavos). El ejemplo era muy necesario para los apóstoles, pues se habían plagado de orgullo y egoísmo para buscar señorío el uno sobre el otro.
Jesús no introdujo este acto en la iglesia como rito o ceremonia o como acto dentro del  culto. No hay texto alguno que hable del lavamiento de los pies como una ordenanza en alguna iglesia. Nosotros lo practicamos bajo la misma esencia con la que Jesús lo hizo. Es poner en la vida de nuestros discípulos el sello de la humildad y de hacerles entender que no somos puestos para tener un rango, sino para imitar a Jesús en su sencillez, obediencia y servicio en beneficio de los demás.
Los que practican el lavamiento de los pies -- creyendo que es un mandamiento para nosotros, pero sin tomar en cuenta que era un acto de servicio -- destruyen el significado y la eficacia de este ejemplo de Jesús1
Lo que El hizo fue un verdadero servicio porque los que caminaban con sandalias (como lo hacían los apóstoles) necesitaban este servicio; era una práctica común y agradable para el huésped. No era un rito hueco y sin significado.
Él nos dejó, pues, un ejemplo de humildad y de practicar la verdadera hospitalidad, pero no nos ha dejado una ceremonia o un acto que practicar que no tenga significado en nuestras vidas.

            CONCLUSIONES
YO recuerdo perfectamente la primera vez que me lavaron los pies junto con mi esposa. Estábamos ingresando en el mover del Espíritu Santo, cuando un día tuvimos la visita de dos pastores: Roberto Solís y Tony Cortés.

Fue una noche en donde sin avisarnos previamente, ellos hicieron que se prepararan dos lebrillos y dos sillas. Colocaron a la Iglesia frente a nosotros como pastores y dieron inicio a lavarnos los pies.

Lo tengo presente como si hubiese sido ayer. Con toda humildad me quitaron zapatos y calcetines y doblando sus rodillas me lavaban los pies y declaraban palabras que tuvieron que ver con mi  ministerio en el pasado y una palabra profética con lo que iba a suceder a partir de ese momento en adelante.

Nuestras lágrimas se derramaban al sentir una bella presencia de Dios en este acto. A partir de lo que vivimos, determinamos ser ahora los que laven los pies de nuestros discípulos y de muchos de nuestros consiervos en donde somos invitados a ministrar en sus iglesias.

Nunca lo llevamos a cabo como un rito o ceremonia, más bien como un acto de humildad, de servicio y de bendición para los que son ministrados por nosotros.

            REFLEXION
1.     La humidad para servir a nuestros semejantes es vital para ser imitadores de nuestro Maestro, ¿estás lleno de humidad para servir o estás contaminado por la arrogancia?
2.     Jesús trajo este acto de lavar los pies a sus discípulos para mostrarles que en su Reino no se trata de llegar ser oficiales relevantes, sino de ser el más humil de para servir a los demás. Siendo humilde es como se llega a ser verdaderamente grande en el Reino, ¿qué cualidades te identifican como un servidor de Reino?

3.     En Bethel practicamos el lavamiento de pies como un acto de humildad y para impregnar en nuestros discípulos un sello de identidad, ¿sigues formando discípulos para que sean formados con tu forma?

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   Pastor Oscar
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