¿Por qué una cruz?
1 Corintios 1:18
Porque la palabra
de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a
nosotros, es poder de Dios.
¿Te
has puesto a pensar que el emblema de nuestra fe es una cruz? La cruz ha sido
el logotipo del Cristianismo por más de 2,000 años. Es el símbolo más
reconocido del mundo. Y todo comenzó con dos pedazos de madera donde los
criminales eran ejecutados. Un instrumento de muerte. La pregunta es: ¿Por
qué una cruz?
Después de todo si yo
fuera Dios no hubiese representado la fe con algo asociado a la muerte. ¡No es
buena mercadotecnia! Hoy en día todas las empresas buscan un emblema que
represente victoria, abundancia y prestigio; un logotipo que se quede imborrablemente
en las mentes de los consumidores, que sea claro, irresistible y deseable. Sin
embargo, Dios eligió una cruz, y no una velita, ni un arco iris, tampoco una
estrella o una paloma.
La cruz no era un
símbolo de victoria, ni de abundancia, mucho menos algo deseable. Era un
símbolo de una gran pérdida y humillación. Pero para Dios representa poder.
Poder para perdonar todos nuestros pecados por más horribles, sucios u oscuros
que sean. Poder para que busquemos la reconciliación los unos con otros. Poder
para derrotar al maligno. Poder para transformar nuestras vidas y ser más
como Dios y menos como nosotros. Y por último, en la cruz, el pecado, la
culpabilidad y la muerte fueron derrotados.
La cruz es un recordatorio de que Dios quiere que seamos
personas de sacrificio y obediencia. Que seamos menos egoístas y más amorosos. Jesús
dijo: —Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo,
cargue con su cruz cada día y sígame1.
. El problema con
muchas personas es que quieren seguir a Jesús sin cargar una cruz que le de
identidad como seguidor de él, y no doy a entender que sea una cruz de madera,
o una pequeña cruz de oro o plata; sino
una cruz que de manera espiritual esté presente en nuestras vidas para
crucificar día con día todo aquello que no es licito y bueno como discípulos de
Cristo.
La pregunta es: ¿Estás
viviendo como una persona de la cruz? Le has dicho a Dios: Señor,
cada día cuando me levante, tomaré mi cruz. Seré un seguidor tuyo. Y cualquier
cosa que haya en mi vida que te desagrade, o deshonre, la crucificaré.
Como puedes ver,
en este mundo hay muchos caminos que podemos tomar. Podemos ser personas de
posesiones, prestigio, poder, placer o prosperidad. Podemos acumular muchos
emblemas que nos hagan sentir que verdaderamente somos alguien en esta vida.
Pero al final, solamente existe un símbolo que vale algo en la próxima vida… La cruz.
El Apóstol Pablo
dijo: “con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en
mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual
me amó y se entregó a sí mismo por mí.1 Ser crucificado
con Cristo significa renunciar a nuestra propia vida para ir en pos de Él para
hacer Su Voluntad. Es la oportunidad de negarnos a
nosotros mismos y aceptar el Señorío de Cristo en nuestras propias vidas. Es rendir todo lo que somos ante sus pies
para llevar el mensaje de la cruz a toda criatura que necesita del Poder del
Evangelio de Salvación.
CONCLUSIONES
Cargar la cruz es tener
presente el sacrificio de Cristo en bien de todos los que le hemos recibido
como el Señor y Salvador de nuestras vidas.
Llevar la cruz de Cristo es el emblema que nos permite compartir de la
Gracia de Salvación para la humanidad.
La cruz nos da identidad como discípulos de Cristo.
Jesús también cargó la cruz, pues para Él y para los que creemos en su
sacrificio, es un símbolo de Victoria y no de derrota.
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