¿Y quién es mi prójimo?
Lucas 10:25-29
En esto se presentó un
experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:
―Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
Jesús replicó:
―¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?
Como respuesta el hombre
citó:
―“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con
todas tus fuerzas y con toda tu mente”,[a] y: “Ama a tu prójimo como a ti
mismo”.[b]
―Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.
Pero él quería justificarse,
así que le preguntó a Jesús:
―¿Y quién es mi prójimo?
No es complicado entender quién es nuestro
prójimo, lo que se dificulta en realidad es el poder ayudar a nuestro
semejante, ¿cierto? Este pasaje nos muestra la interrogante de un erudito en la
ley que quiso justificar la base de su conocimiento en cuanto a las Escrituras.
Había respondido de manera clara y contundente su interpretación en cuanto a
cómo heredar la vida eterna, pareciera ser que no había problema para declarar
que sabía amar a Dios con todo su corazón, con todo su ser y con todas sus
fuerzas; pero su problema se encontraba en la segunda parte del texto: ama a tu
prójimo como a ti mismo. Ante la selectividad que suelen tener los judíos como
pueblo del Eterno, la pregunta obligada fue la de saber a quién consideraba el
Señor Jesús como sus prójimos (entendiendo que Jesús era de origen judío). Ante
tal interrogante, el Maestro le narra la parábola del Buen Samaritano: el
viajero de esta parábola había sido víctima de abusos, maltratos y robos. Que
había sido encontrado por un sacerdote y un levita (gente que era considerada
como guías espirituales) que al verlo se desviaron y continuaron su camino sin
interesarles la condición de este hombre. Pero la enseñanza del amor hacia el
prójimo la encontramos en el samaritano, que sin ser u erudito en la Palabra, y
no tener mucha aceptación dentro del núcleo de los hebreos, dio muestra de cómo
se debe de ayudar al prójimo. El buen samaritano nos solo ofreció palabras de
aliento, interrumpió su viaje, curó las heridas del hombre golpeado, lo llevó a
un lugar seguro y garantizó que se le cuidara hasta que se recuperase
totalmente.
La
Biblia no ofrece descripción alguna del viajero asaltado, y creo que esto se
debe a que Jesús quiere que seamos buenos samaritanos con los necesitados, sean
o no igual a nosotros. Ante esta ejemplar lección de ayuda que nos da el buen
samaritano, somos desafiados a ayudar a todo aquel que consideres que puede ser
objeto de abusos, escasez, limitantes o necesidades.
Al
termino del relato, Jesús le preguntó al legista cuál de los tres transeúntes
pensaba que era el prójimo de la víctima del asalto, a lo que el hombre
respondió: el que tuvo misericordia de él. ―Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.
La regla de oro señalada en Mateo 7:12 nos
dice: Y lo que queráis que os hagan los hombres,
hacédselo vosotros igualmente. Este es
un principio básico en la vida cristiana que está en perfecta correspondencia
con el mandamiento: ama a tu prójimo como a ti
mismo. Ante lo anterior, podemos
declarar con certeza de que tal y como tratemos a los demás, será el mismo
trato que recibiremos nosotros de otros
en los momentos de necesidad.
CONCLUSIONES
Ayudar
al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad.
Uno
de los secretos profundos de la vida es que lo único que merece la pena hacer
es lo que hacemos por los demás.
Lo
que hacemos por nosotros mismos muere con nosotros, lo que hacemos por los
demás y por el mundo permanece y es inmortal.
Nadie
es inútil en este mundo mientras pueda aliviar un poco la carga a sus
semejantes.
El
mayor espectáculo es un hombre esforzado luchando contra la adversidad; pero
hay otro aún más grande: ver a otro hombre lanzarse en su ayuda.
REFLEXION
1. No es complicado entender
quién es nuestro prójimo, lo que se dificulta en realidad es el poder ayudar a
nuestro semejante, ¿desarrollas un estilo de
vida en la que la ayuda al prójimo es parte esencial?
2. En incoherente decir que amamos a Dios sin
mostrar ayuda a nuestros prójimos, ¿cómo está vinculada en tu
vida esta relación de amor hacia Dios y hacia tus semejantes?
3. El sacerdote y levita
nos dejan una clara enseñanza de que no es suficiente el conocimiento cuando no
lo aterrizamos para bendecir a nuestros semejantes, ¿hay relación de lo que conoces de la Palabra con tu muestra de amor y
ayuda hacia tu prójimo?
4. El buen samaritano nos
mostró el amor al prójimo que sin conocerlo le dio palabras de aliento, curó
sus heridas y los puso en un lugar seguro para su restablecimiento, ¿tomarás como un desafío la actitud del
buen samaritano para cuando tengas que mostrar tu amor hacia tus semejantes?
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