Hacer y enseñar III


       Hechos 4:31
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.

Cuando leo lo que se declara en Hechos 1:8 Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra, me deja en claro que la Unción o revestimiento del Espíritu Santo tiene el propósito de ayudar a los escogidos del Eterno a llevar a cabo cosas sobre naturales, a cumplir con valentía el ministerio de la proclamación del Evangelio, a desarrollar con poder y autoridad el llamado al que fuimos seleccionados. No hay Unción sin intención, sin proyecto, sin objetivo y sin finalidad.
Notemos de que en este pasaje nos indica que antes de que fueran llenos del Espíritu Santo, ellos estaban orando unánimes. Que dentro de su intercesión, clamaban por recibir esa Unción para hablar y compartir  con esfuerzo el evangelio del Señor Jesús. Cuando llegamos al texto central, es como si Dios les hubiese tomado la palabra y de forma instantánea les estaba concediendo su petición: y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
  Siempre he creído que el eterno jamás rehusará darnos del Poder y Unción del Espíritu Santo cuando observa en quien se lo pide que tiene bien claro y definido para que lo anhela o necesita. Notemos que estos discípulos junto con los miembros de la Iglesia estaban bien definidos en cuanto al ministerio de la Palabra. Ante ello, no dudaron en pedir con decisión ser revestidos de esta Unción que los llevaría a ser parte de un avivamiento en sus tiempos y de ser los instrumentos para que el evangelio del Señor Jesús se esparciera en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra. Después de la persecución, la Iglesia primitiva jamás fue la misma, pues ante la llenura del Espíritu Santo, fue un agente de poder y unción del glorioso Evangelio.
En mi experiencia, puedo compartir cuatro razones para alguien que desea ser lleno del Espíritu Santo:
Debemos creerlo.- no podemos pedir una llenura de algo en lo que no confiamos. Muchos aceptan la existencia del Espíritu Santo, pero limitan sus manifestaciones y poder en sus vidas.
Debemos anhelarlo.- nadie podrá recibir la Unción del Espíritu Santo si no da evidencia de desearlo.
Debemos de conocerlo.- en libro de los hechos, capítulo 19, nos relata cuando el apóstol Pablo encuentra a cierto número de discípulos y les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Estos discípulos como muchos hoy en día, mostraron un total desconocimiento a cerca de la llenura y bautismo en el Espíritu Santo. Y no digo esto para incomodar, pero déjame y te comparto que pasó conmigo dentro de las

CONCLUSIONES.
Yo conocí del evangelio en una Iglesia bien fundamentada en doctrina, pero un tanto conservadora. Si se hablaba del Espíritu Santo: considerado como Dios, como el que convence de pecado al pecador, quien nos enseña la verdad, nos sella como hijos de Dios y es identificado como las arras de nuestra herencia, entre otros puntos doctrinales, todos ellos con base bíblica. Pero era (no se si actualmente todavía) prohibido hablar sobre la llenura, unción o revestimiento del Espíritu Santo, y mucho menos intentar mostrar una manifestación a través de Él. Es como si en lo particular me hubieran dicho: si cree en el Espíritu Santo, pero no anheles su Bautismo o su Unción. Hace como unos diez años atrás, algo empezó a inquietarme dentro de mi ser (sé que era el mismo Espíritu Santo) para empezar a conocerlo de otra manera. Cada día salía a orar: Espíritu Santo, sé que existes, que eres una persona que piensa, habla, toca e imparte de su Poder a quienes te lo pidan. A mi me enseñaron lo que eres en las Escrituras, pero no de manera vivencial…si existes, si bautizas, si impartes de tu Unción…¡yo la quiero!! Después de unos tres años de intensa petición, vino lo glorioso, lo irrepetible, lo fabuloso, lo sorprendente…El Espíritu Santo llegó a mi vida, no por letra, fue de manera personal.

REFLEXION
1.     Una vida llena del Espíritu Santo da evidencia de mayor consagración y santidad, ¿has recibido la llenura del Espíritu Santo?
2.     Una vida llena del Espíritu Santo da evidencia de estar dispuestos y disponibles para servir a Dios, ¿tienes un estilo de servicio acorde a la Unción del Espíritu Santo?
3.     Una vida llena del Espíritu Santo da evidencia de ser usados para hacer milagros, sanidades y proezas, ¿tu vida espiritual se desarrolla en este nivel de Unción?
4.     Ser llenos del Espíritu Santo no es tener más de Él, sino que Él tenga más de nosotros, ¿tu vida da evidencia de esta llenura?


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